Alcaraz arrasa a Chardy y despeja las dudas en su debut en Wimbledon

Carlos Alcaraz comienza su misión en Wimbledon con una victoria tan clara y contundente como para despejar las dudas de un plumazo sobre las molestias físicas que ponían un interrogante encima de su candidatura al torneo. El tenista español superó de manera relativamente sencilla a Jeremy Chardy, en una contienda que se alargó hasta la hora y 54 minutos, demostrando que la realidad competitiva de uno y otro son diametralmente opuestas en estos momentos.

Alcaraz utilizó menos de una hora para ganar dos sets, los iniciales, en los que no hubo partido por su pegada y los constantes errores de Chardy, y algo más de tiempo en un tercero en el que se enredó, llegando a ir incluso break abajo, para acto seguido apretar el acelerador en el momento justo para sellar su pase a segunda ronda de Wimbledon, despejado de dudas sobre su físico y su capacidad sobre la hierba del All England Club. 

Después de varios días en los que unas molestias, confirmadas con un vendaje compresivo en el muslo derecho, colocaban dudas sobre la figura de Carlos Alcaraz, el número uno del mundo saltaba a la pista de Wimbledon por primera vez en 2023 para medirse a un veterano ilustre, un Jeremy Chardy para el que hace años que pasaron sus mejores días. Alejado del top-500, el galo no era a priori rival para Alcaraz, pero la posibilidad de que el estado físico del murciano volviera a dar problemas, añadía interés a un choque en el que la pista 1, segunda del complejo del All England Club, sería la encargada de albergar el choque.

Concentrado, muy motivado y alternando los puntos clásicos de su juego –derecha liftada de fondo, dejadas–, con otros más propios de la hierba, Alcaraz saldó con buena nota su estreno en Wimbledon, abriéndose paso a una segunda ronda en la que se medirá al ganador del duelo entre Rinderknech y Muller, ambos franceses como un Chardy al que la falta de piernas perjudicó sobremanera, obligándole arriesgar más de lo que seguramente hubiera deseado en sus años top en el circuito.

Las dobles faltas de Chardy, los golpeos de fondo Alcaraz, la falta de movilidad del francés o las definiciones mágicas de saque, drive, revés y volea del español. Todo a favor de uno y en contra del otro, todo a una velocidad de vértigo con Carlitos a los mandos en un primer set que duró apenas 22 minutos y en el que los juegos al completo y todos los puntos, menos ocho, fueron a parar al bolsillo del número uno del mundo.

El resumen del primer set es el rosco que endosó Alcaraz a un Chardy fallón, falto de ritmo y sin el nivel necesario para plantarse en un cuadro final de Grand Slam. Eso no resta mérito a Alcaraz, que quiso seguir con su exhibición en un segundo parcial en el que pronto se adelantaría con un break, antes de que en el tercer juego, Chardy firmara su primer argumento tangible del partido. Ya no sería otro rosco, pero sí un 6-2, de nuevo contundente, ante un público de Wimbledon que bajo la lluvia del resto de pistas –a excepción de la central– abogaba por disfrutar de algo más de pelea en pista.

Alcaraz se enreda y gana el tercero

Cuando todo parecía visto para sentencia, ocurrió uno de esos sucesos que, si se alargan en el tiempo, pueden ocasionar un bombazo como los que sólo pueden suceder en Wimbledon. Chardy subió el nivel, algo que se le presuponía en algún momento a un tenista con una década en el top-50, mientras Alcaraz se durmió momentáneamente en los laureles, acomodado por la alternancia de juegos de un comienzo de parcial en el que el reparto valía a ambos.

Sin embargo, Alcaraz continuó dejándose ir, en cierta medida, en una pista que no está preparada para ello, y en la que cualquier acierto rival en un juego al resto le puede dar réditos para adelantarse y llevarse un triunfo parcial. Chardy lo tuvo, en su mejor juego del encuentro, aunque de inmediato, Carlitos se puso manos a la obra para desactivar el conato de rebelión del galo. Break por break y una contienda que se marchaba al momento decisivo, en el que, esta vez sí, Carlos Alcaraz pudo cerrar un tercer set más largo que los dos primeros juntos y así sellar su pase a segunda ronda de Wimbledon.